Cuando menos lo esperamos, podemos atravesar una delgada línea en nuestro matrimonio:empezamos a usar a nuestro cónyuge para satisfacer nuestras necesidades y caprichos.
Al hacer esto, deja de ser persona y lo transformarmos en un objeto, en un medio. Entonces estamos transformando nuestro matrimonio en un centro de prostitución. Prostitución entre los esposos, pero no por ello menos prostitución.
Estar casados reporta mutuos beneficios a los esposos.
Algunos de los beneficios que se obtienen:
- Disponibilidad de sexo. Ambos se dan placer el uno al otro.
- Uno de los dos, o ambos, aportan dinero para mantener la casa.
- Se comparte un hogar.
- Se ayudan en la concepción, crianza y educación de los hijos. La tarea se facilita mucho cuando es entre los dos.
- Hay un apoyo mutuo en la toma de decisiones, soluciones a problemas de la vida, resolver dudas, etc.
- Se prestan servicios uno al otro (preparación de comidas, limpieza y aseo de la casa, reparación y mantenimiento del coche, de la casa…etc.)
- Ya nada más que por estar juntos tienen un beneficio en la seguridad y tranquilidad en nuestra sociedad, en que mal que bien, todo giral alrededor de la familia y de la pareja.
- Se dan compañía mutua. Cada uno puede contarle y compartir con el otro sus ideas y planes personales, problemas laborales, aspiraciones, etc, etc, etc; o quizás un beneficio más sencillo y simple: uno queda libre de una soledad que puede ser angustiosa.
- Y no digamos en los momentos de enfermedad, o cuando pasamos alguna crisis, que normalmente el que está padeciendo el mal recibe la atención y cuidados del otro.
Y muchas más cosas que son legítimas y necesarias en toda relación de pareja, pues servirse el uno al otro es algo inherente a esta relación.
Entonces,
¿dónde está el problema, dónde el riesgo que he apuntado?
Aquí: cuando uno de los dos o ambos a la vez convierten al otro en un objeto para sus complacencias personales ( objeto = prostitución, el otro deja de ser persona para convertirse en una cosa para satisfacernos).
Veamos unos ejemplos:
- Marido que solo ve a la mujer como una fuente de placer sexual.
- Esposa que solo ve al marido como una máquina de hacer dinero.
- Marido que utiliza a su esposa como una criada, que además siempre está a su disposición.
- Esposa infantilizada, incapaz de madurar y que solo vive para que su marido le tolere toda clase de caprichitos.
Seguro que, conoce usted más ejemplos. Mírelos despacio. No se escandalize. Revise alguna cuestión en su vida particular.
El riesgo y problema que se plantea es que el otro “deja de ser persona”
Si para alguien, la razón de ser de su cónyuge es que le entregue dinero, placer, comodidad… entonces está condicionando la existencia del otro a sus propias exigencias y expectativas.
Cuando el otro deja de ser una máquina de hacer dinero, no da el suficiente placer o ya no me da esto o aquello, entonces aparece esto tan manido de “Se nos acabó el amor”.
Entonces lo que queda es sustituir la “pieza rota que ya no sirve” por otra. Vamos a sustituir a este cónyuge, a este miembro de la pareja por otro.
Cuidado con esta postura donde se pretende que el cónyuge satisfaga mis condiciones, casi siempre egoístas e interesadas, pues esto conduce a:
- Utilización del otro.
- Frustración.
- Sensación de vacío en la relación (me relaciono con cosas no con personas)
- Finalmente a la decepción por alguien que no puede satisfacer la totalidad de unas pretensiones egoístas y materialistas.
Quién trata así a su cónyuge, a su pareja, quizás pueda manipularla durante un cierto tiempo, pero al final y conforme va pasando el tiempo, el otro se va devaluando como persona, dejando de ser persona para ser una cosa.
Te pregunto: ¿te has visto reflejado en algún momento en la lectura de este post? Si es así, piensa que no es un reproche sino una oportunidad de reconducir tu relación. Recuerda siempre que la relación es con las personas y no con las cosas.