Una pareja que tenga una relación viva, precisamente porque esa relación está viva, tendrá que afrontar problemas y dificultades.
Lo preocupante es cuando estos problemas se hacen crónicos.
Si se han hecho crónicos es porque la pareja no ha sabido, o no ha querido resolverlos.
Está claro que se necesita entonces la ayuda de un profesional para poder resolver esta forma de vivir la relación.
Por ello te hago las siguientes recomendaciones:
Encuadramiento afectivo.
Ante la cantidad y diversidad de profesionales que existen, para elegir bien más importante que la destreza metodológica y técnica del terapeuta es su capacidad para encuadrar de manera positivamente afectiva el proceso terapeútico o de asesoramiento. Es lo que yo defino como saber ser.
Dicen que hay tres saberes: saber, saber hacer y saber ser. El más dificil es saber ser.
Y es que hay muchos profesionales que, aunque excelentes, a nivel de persona como que están dando sus primeros pasos.
Que un terapeuta tenga capacidad para encuadrar de manera positivamente afectiva quiere decir que como pareja, cuando estéis asistiendo a la consulta, debieráis tener una sensación igual o muy similar a la siguiente:
Aunque seguimos con nuestros problemas a cuestas, aquí, en esta consulta, estamos pisando suelo firme porque hay ─para los dos─ calidez emocional, dedicación atenta y fiabilidad comprometida.
Lo bueno sería que como pareja pudieráis sentir también:
La persona que nos está atendiendo tiene un corazón tan grande que, aunque nosotros estemos muy peleados, vemos que los dos tenemos sitio y nos sentimos comprendidos, considerados y animados.
Esto quiere decir que el terapeuta que busquéis sea capaz de tener un encuentro auténticamente humano con vosotros, no solo profesional.
Intervenir con destreza es lo primero en un profesional. Pero lo segundo en importancia es que el terapeuta acepte con cariño incluso a una pareja gravemente afectada para atender a cada uno de los miembros de la pareja en su anhelo y en su sufrimiento.
Aguante.
Discrepo personalmente de los terapeutas milagro que, en un mínimo tiempo resuelven todos los problemas habidos y por haber.
Para un proceso constructivo de cambio como pareja, lo realista no es la solución a corto plazo, sino el aguante.
Puede que esto no sea muy popular. Pero es lo que hay. Contad solamente con quiénes estén dispuestos a acompañaros en un largo camino.
Evidentemente también soy consciente de muchos procesos largos que solamente sirven para estabilizar el problema, para cronificarlo. Aquí está la intervención de quien es y quien no es profesional.
Los procesos vitales ─como el de mejorar la relación de la pareja, el crecimiento personal de ambos y de su relación─ necesitan su tiempo.
Lo que es válido para las plantas, también es válido para la pareja: se puede fortalecer su crecimiento, pero no se puede forzar.
¿Puede ser el terapeuta un maestro para nosotros?
¿Y por qué no?
Nos estamos preparando continuamente con estudios y más estudios para nuestra profesión, para nuestro trabajo. Y en cambio no nos preparamos para nuestro crecimiento personal y de nuestro matrimonio, de nuestra relación. Somos seres absurdos. No nos preparamos para lo que realmente necesitamos.
Hay una enorme necesidad de saber, de conocer sobre las relaciones.
En el campo de las relaciones somos unos grandes analfabetos.
No todo vale en las relaciones.
Queramos o no, hay unas reglas. Reglas para la pareja, para los padres, para los hijos, para los amigos, para los abuelos…
Estas reglas nos vienen dadas.
En este ámbito al terapeuta se le pregunta como maestro y educador.
En la actualidad, en este mundo tan cambiante, con respecto a las relaciones estamos más que despistados. A muchas parejas les resulta muy difícil orientarse y llegar a convicciones propias. En esta situación, esperar del terapeuta orientación, es por tanto un deseo más que justificado.
Pero, atención, mucha atención:
Para que una relación mejore es indispensable que la pareja quiera mejorar, como hombre y mujer debéis recorrer el camino. De otro modo, ni el compromiso más intenso del terapeuta ni sus mejores esfuerzos servirán de nada.