Hablo de sexo en el matrimonio.
Veo con asombro cómo está de moda entre las parejas jóvenes las reuniones de tuppersex (venta de artículos sexuales a domicilio o en reuniones) pues están buscando cómo obtener el mayor placer sexual posible en sus relaciones.
Los esposos que se quieren no necesitan juguetes sexuales. Ya se tienen a ellos.
En mis tiempos de monitor de cursos de preparación al matrimonio, tenía por aquel entonces unos 45 años (hoy tengo unos pocos más), una pareja de novios nos dijo: “Ustedes con lo mayores que son habrán perdido la pasión”
Tanto mi esposa como yo, nos quedamos con la boca abierta. Y nos dio por reirnos. Y sentimos acto seguido un poco de pena por aquellos jóvenes. ¡Qué ideas tan pobres y limitadas de lo que significa la sexualidad en la pareja! Creían que con el tiempo se perdía la pasión del uno por el otro.
A las parejas jóvenes les digo: Estáis disfrutando de las relaciones sexuales. Créeis que es el no va más, que es maravilloso, que es gozoso…etc, etc, etc. Pues el disfrute que tenéis es limitado aún. Con el tiempo irá a más.
Me explico. Compartir una vida en el matrimonio es como una montaña rusa. Se sube. Se baja. Momentos agradables. Momentos díficiles. Alegrías. Tristezas. A veces con ganas de tirar la toalla…pero siempre siguiendo juntos. Saber que pase lo que pase tu esposo, tu esposa estará contigo, es lo más gratificante que puedes tener.
Cuando beso a mi esposa, en ese contacto de labios, de boca, de caricias mutuas, no está solamente el contacto de dos cuerpos, sino que va acompañado de todos los momentos que hemos vivido juntos. En el beso estamos experimentando y trasmitiendo toda una vida. Eso, los que no han vivido todavía la vida juntos, no pueden experimentarlo.
Cierto que no soy el mozo de cuando tenía 20 años, pero… ¿y las vivencias y experiencias que hemos vivido juntos, la sabiduría que hemos adquirido…?
Como mis cursos son un poco atípicos, cuando hablamos de sexualidad a las parejas de novios (cuánto miedo a hablar en público de una forma natural de lo concerniente al sexo) les hablamos de los orgasmos de la pareja.
- Hay orgasmos cuasi divinos.
- Hay orgasmos buenos.
- Hay orgasmos normalitos.
- Los hay de todas las formas y colores.
Pues sencillamente les digo: “No cambio el mejor de los orgasmos posibles que haya tenido o pueda tener por un momento en que he sentido la ternura de una caricia o un abrazo de consuelo en momentos de especial necesidad o sufrimiento. Y los matrimonios, en la vida normal, pasamos muchos de esos momentos”.
Sentir placer es legítimo, es necesario, es satisfactorio. Si dos personas se quieren, simplemente con estar uno al lado del otro, con tocarse, con saber que está ahí la persona a la que quieres y te quiere, eso es suficiente. Dos personas que se quieren saben como tocarse, como acariciarse, como decirse cosas sin necesidad de juguetes sexuales para obtener placer.
¿Por qué hemos hecho del sexo un problema?
En el matrimonio están implicados la relación, el amor, el compañerismo, la comunión. Obviamente, si no hay amor, el matrimonio se convierte en una desgracia ¿verdad?. Se vuelve mera satisfacción mutua. Amar es una de las cosas más difíciles que hay ¿no es cierto?. Sin amor la relación es penosa; por gratificante o superficial que sea, nos conduce al aburrimiento, a la rutina, al hábito con todas sus consecuencias. En consecuencia, los problemas sexuales adquieren suma importancia. Necesitamos juguetes sexuales para poder continuar. Con los juguetes lo que cuenta es mi placer. “Uno” se vuelve importante, y donde “uno” es lo importante, ya no existe el amor.