Cuando llevamos ya un tiempo casados, nos puede suceder que un día, al mirar a nuestro cónyuge lo vemos como un perfecto extraño. Parece que ya nada nos une a él. Nuestros sentimientos de afecto, de amor, de simpatía…como que ya están ausentes de nosotros. ¿Qué me une a esta persona? ¿En qué estaría pensando cuando me casé con mi esposa/o?
Atravesamos entonces un momento muy duro en nuestro matrimonio. ¿Rompemos nuestro matrimonio? ¿Seguimos por la rutina? y no sé cuantas preguntas más que nos angustian terriblemente.
Estoy releyendo un capítulo de “El amor de pareja”, de Mercedes Lozano, 2004. Veo una cita de Isabel Allende en su novela Paula:
“Al oír la puerta levanté la vista y vi una figura desconocida cruzando la amplitud desnuda del cuarto…Tardé algunos segundos en reconocer a mi marido y entonces comprendí cuan extraños nos habíamos vuelto, busqué en la memoria el rescoldo del amor airoso de los veinte años y no pude hallar ni las cenizas, sólo el peso de las insatisfacciones y el fastidio”.
Bien. Las cosas no pasan de la noche a la mañana. Seguramente que, a lo largo de nuestra vida juntos hemos ido acumulando y acumulando muchas necesidades no atendidas, muchas insatisfacciones, y que no las hemos querido tratar en ningún momento. Nos olvidamos que toda relación necesita un mantenimiento, pues de lo contrario esa relación seguramente que morirá, que desaparecerá.
La noche oscura en el matrimonio
Habla Mercedes Lozano de la noche oscura. Me gusta el concepto y por eso lo traigo a este post. El término noche oscura es el utilizado por los místicos, por las personas religiosas en su relación con Dios, para manifestar ese sufrimiento que sienten con mucha frecuencia, de una etapa de aridez y soledad en su intento de estar con Dios. Eligieron a Dios. Quieren quererlo. Pero están llenos de dudas, con el corazón seco, dudando incluso del propio Dios. Angustiados, no saben por dónde tirar, y solamente les queda la perseverancia para continuar con este intento de llegar a Dios. Dicen luego, ya superada esta estapa, que ésta (la noche oscura) fue necesaria como un momento de purificación en su amor para con Dios. ¿Puede pasar así con el matrimonio?
Todas estas dudas desembocan en una profunda crisis en nuestra relación. En el fondo está el fantasma de la ruptura.
Con el paso del tiempo y la madurez, he aprendido, al igual que otras muchas más personas, que en estos momentos tenemos que ser más que prudentes. No podemos contemplar frases tan categóricas como “ya no me quiere”, “nunca me ha querido”, “ya no lo quiero”, “esto no tiene solución…”
Compromiso Matrimonial: Quiero quererte
Aquí quiero recordar a todos los matrimonios, a todos los esposos, el compromiso que hemos adquirido cuando nos hemos casado. Al casarnos hemos elegido a una persona en concreto, nuestra esposa, nuestro esposo, PARA QUERERLO. Esto parece que lo olvidamos muy fácilmente, y en esta sociedad actual, parece que solamente los sentimientos han de guiar nuestra actuación.
QUERER es un acto de voluntad. No es un sentimiento. El sentimiento es el fruto de QUERER. Yo doy fe de ello.
¿Qué es eso de juntos hasta que el amor dure? A veces el otro no es acreedor de nuestro amor. Me acuerdo ahora de una frase en los cursos de preparación al matrimonio. Ignoro quién es su autor. Dice así: “Quiéreme cuando menos lo merezca, es cuando más lo necesito”.
Repito, el amor de los esposos es algo más que ese sentimiento inicial que hizo que me gustara esta mujer y no otra, o este hombre y no otro. Es el compromiso directo que he adquirido con esa persona. Es de una persona (yo) con otra persona (mi esposo/a )
Somos personas imperfectas. Por tanto nuestro matrimonio será imperfecto. Nuestra convivencia será imperfecta. Y tendremos muchos períodos de sequedad en nuestra relación.
Llegados a este momento de crisis, de angustia profunda en la que quizás se nos plantea que lo más acorde y sensato con nuestra identidad y autenticidad es la ruptura, el “se nos acabó el amor” y ya no tiene sentido continuar, mi propuesta personal es esperar.
Estamos sufriendo. Vayamos al “medico” para que nos cure (unos amigos, un profesional, alguién que pueda arrojar luz a nuestras dificultades). Trabajemos. De forma auténtica para dar respuesta a nuestras necesidades y a las del otro. Superada esta noche oscura, disfrutaremos de una relación más satisfactoria.
En situaciones excepcionales, lo más humano y aconsejable es una ruptura. Pero esto en supuestos excepcionales. Y porque son excepcionales, ocurren muy poco. Pon amor donde no hay amor. Verás como crece el amor.
Se pone amor trabajando para reconducir la relación. Aquí se inicia también el trabajo de un orientador familiar.
Haga clic sobre la imagen para ampliar.