Cuando hay amor no hay “deberes”. Cuando uno ama a su esposa lo comparte todo con ella: su propiedad, sus dificultades, su ansiedad, su alegría.
Uno no ejerce dominio. Uno no es el hombre y ella la mujer para ser usada, una especie de máquina egendradora destinada a dar continuidad al apellido del hombre.
Cuando hay amor la palabra “deber” desaparece. El hombre cuyo corazón carece de amor habla de derechos y de deberes, y en esta sociedad los derechos y deberes han tomado el lugar del amor.
Cuando uno ama a su mujer y a sus hijos jamás puede pensar en términos de deber y de derechos.
Ahora usted, examine su propio corazón y mente. No se lo tome a risa.
¿Cómo es su matrimonio? ¿Comparte su esposa con usted la propiedad, las responsabilidades ?
¿Piensa usted que la mujer es un ser inferior, algo para ser usado sexualmente según la propia conveniencia, cuando el apetito lo requiera?
¿Piensa que su mujer está solo al servicio de usted y al de sus padres?
¿Hay amor en usted hacia su esposa, o piensa solo de deberes y derechos ?