Para adquirir el compromiso matrimonial es necesario tener conocimiento: Conocimiento de uno mismo, conocimiento del otro y conocimiento de lo que uno se compromete a realizar. Llegar a estos conocimientos favorece el compromiso y también el mantenerlo a lo largo de toda la vida. Desgraciadamente estos tres conocimientos no son frecuentes en el mundo de la pareja.
Las personas que no optan por el compromiso en su relación-siempre según mi personal opinión- no llegan a establecer un matrimonio sino una relación más bien comercial, que mantenemos siempre y cuando los beneficios que nos reporte sean mayores que los “gastos”.

Por ejemplo, yo puedo ser accionista de una entidad, y estoy “casado” con ella porque obtengo dividendos. Pero eso no es matrimonio, eso es sociedad matrimonial.
Significado del término compromiso matrimonial.
Hablar de compromiso matrimonial, exige en primer lugar qué entendemos por compromiso. En segundo lugar, si es necesario o no el compromiso para una relación y por último qué limitaciones acechan al compromiso y por qué tenemos tanto miedo a comprometernos.
El término compromiso admite distintas acepciones. En términos de Derecho, compromiso es un convenio entre litigantes. También significa obligación contraída, palabra dada, empeñada.
Así por ejemplo, se dice que una persona se encuentra comprometida con algo cuando cumple con sus obligaciones, con aquello que se ha propuesto o que le ha sido encomendado. Es decir que vive, planifica y reacciona de forma acertada para conseguir sacar adelante un proyecto, una familia, el trabajo, sus estudios, etc.
Convenio entre litigantes. Y ciertamente los esposos son litigantes. ¿Por qué? Porque son dos personas totalmente distintas, hombre y mujer, con dos formas de ver la vida, de entenderla. Son dos “culturas” totalmente diferentes. Cada uno tiene su educación, sus antecedentes familiares, sus vivencias…
Para que funcionen como pareja ciertamente que tienen que realizar un convenio entre ellos. Y para que su relación perdure evidentemente tienen que respetar los términos del “acuerdo”.
Compromiso significa “con” y “promesa”. Es decir, voy a cumplir lo que prometí. ¿Recuerdan las promesas que se hicieron en su matrimonio?. Vamos a cumplir lo que hemos prometido.
Las promesas tienen que estar respaldadas por los hechos. De lo contrario solamente quedan en eso, en promesas. Y las promesas no sustentan una relación. Esto es un aviso para los ingenuos que creen en una magia del matrimonio y de la relación de pareja. Creen que con las tonterías del día de la boda ya su matrimonio será plenamente feliz. El matrimonio funciona porque cada uno de los esposos, en su compromiso, lucha día a día para cumplir con lo que así le corresponde.
El compromiso es hacer una elección y comprometernos con ella.
Cuando nos casamos hacemos una elección. Hacemos una elección porque estamos limitados. Cuando yo me casé con Carmen, elegí a Carmen. Esta elección supuso también una negación a todas las demás mujeres que existen. Es decir, la elección significa una renuncia. Evidentemente, se supone que elijo lo más valioso. Esto supone comprometerme con esta elección.
La elección de una persona es reconocimiento y respeto por esa persona que hemos elegido.
Esta elección supone reconocimiento y respeto por esa persona que he elegido como esposa. El reconocimiento supone que debo reconocer a Carmen tal y como es ella (recuerdo el significado de la aceptación en el matrimonio), con sus imperfecciones, defectos, inseguridades, limitaciones, parientes, amigos, (también la suegra), y todo lo demás. Y por supuesto todas las cosas buenas que tiene que son muy superiores. Pero tengo que aceptar el paquete completo. Con lo bueno y lo menos agradable. De lo contrario no es un matrimonio.
Respeto también porque tengo que estar dispuesto a admitir su actuar, que es para mí la persona de más alta consideración, que tengo que estimarla y procurar su mayor desarrollo y crecimiento personal, que es una persona real y no un hada mágica para cumplir mis deseos.
Evasión de la responsabilidad.
Uno de los peligros que acechan al matrimonio es la evasión de la responsabilidad que cada uno de los esposos tiene entre ellos y con el compromiso adquirido cuando nos casamos, tal como he apuntado al principio.
Evadimos nuestra responsabilidad de muchas formas. Una de ellas es cuando nos refugiamos en la institución misma para eludir los compromisos personales cuando entramos en dicha institución. Así vemos que muchos cónyuges están en el matrimonio para reclamar los derechos que según ellos tienen porque están casados, pero sin embargo evaden su responsabilidad personal frente a sus deberes.
Un ejemplo lo tenemos con los cónyuges machistas. Para muchos maridos su señora, (como si fuera su propiedad) debe estar incondicionalmente a su servicio, pero en cambio, es muy poca la disposición que estos machistas tienen para establecer una relación de mutuo compromiso con su esposa.
Frente a esta concepción, hemos de partir de la siguiente: en el matrimonio pensar en términos de tengo el derecho y al mismo tiempo el deber de.