Entre los 45 y 60 años de edad de los esposos tiene lugar uno de los mayores riesgos matrimoniales en el matrimonio. Se hace balance de la vida vivida y, a veces el balance como que no sale.
¿Por qué en esta edad?
En estas edades asistimos a lo siguiente:
- Hijos adolescentes —o más que adolescentes y que a veces se independizan, que ya van siendo mayorcitos. ¿Les suena lo del “nido vacío”?
- Nuestros padres cada vez más mayores —son ya unos abuelos y cada vez necesitados de mayores atenciones.
Y, entonces uno con la edad que tiene, echa cuentas y se da cuenta súbitamente que la vida es muy breve, que todo va muy deprisa. Nos damos cuenta de que ya hemos consumido más de la mitad de nuetra vida. Es época de hacer balance, y algunas veces el balance no sale. Vemos nuestra vida profesional, nuestro trabajo, nuestro matrimonio…
Entonces intentamos reorganizar nuestra vida más en función del tiempo que nos queda que del tiempo que hemos vivido. Muchos se angustian por lo rápido que pasa todo. Y, entonces hay quién se echa al monte, a ver qué es lo que pilla.
Esto es una situación crítica del ciclo vital de la madurez. Esto lleva a que algunos pierdan la cabeza, con conductas desinhibidas. Por ejemplo en el hombre se pueden manifestar por la aparición súbita e imprevisible de conductas sexuales tumultuosas, de búsqueda de aventuras, amoríos y devaneos extraconyugales.
Y también, cuando salen con eso de que quieren vivir lo que no vivieron en su juventud —algo de lo más absurdo pues cómo va a vivir un señor de 55 años lo que no supo o no pudo vivir a los 18. Asistimos entonces a la ridiculez de los cincuentones con jovencitas. O bien salen también con eso de que quieren vivir solos, ser totalmente independientes…dejando a una familia, a una esposa, a unos hijos. Y, a veces, en su ridiculez pretenden, por ejemplo seguir siendo “amigos” de su esposa o de sus hijos. Es que, dicen, quieren vivir su propia vida.
Y es aquí y ahora en estos momentos, en esta etapa de la vida donde la capacidad y compromiso de cada cónyuge se pone a prueba y donde cada uno ha de dar lo mejor de sí mismo.
Con frecuencia esta crisis de la madurez no se resuelve positivamente porque posiblemente el edificio del matrimonio no se ha podido construir adecuadamente. Al principio tenían buenos materiales, muchas ganas, pero no han sido buenos arquitectos, por lo que no han podido construir el edificio de su matrimonio. Por eso, el edificio ahora se cae.
¿Hay solución cuando se produce alguna de estas crisis?
Pero hay una buena noticia. Se puede ahora aprender con la madurez a ser un buen arquitecto y aprovechar para renovar, reforzar y apuntalar el edificio.
Esto es lo que hago en el Servicio de Orientación, cuando por ejemplo, llegamos a una de estas crisis de madurez en el matrimonio.